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Historia de las Haciendas Peruanas
Las Haciendas en el Perú surgieron como unidades productivas en cuanto a organización y producción del orden social y económico durante la Colonia.
La Hacienda cumplió un rol importante en la economía latinoamericana, ya que sus cultivos de vid o de caña, consolidaron el comercio interno del Virreynato del Perú, así como con otras colonias de América.
La Iglesia adquirió en la época colonial, cada vez mayor importancia en la economía de las colonias españolas. La Iglesia tenía la libertad legal de adquirir propiedades sin impedimento, por ello pudo beneficiarse con grandes haciendas y propiedades urbanas. La Compañía de Jesús era la mayor propietaria de tierras en el siglo XVIII.
La Iglesia recaudaba el diezmo, ya sea en dinero o productos como botijas de vino o aguardiente, y en especial lo hacían de las propiedades vitivinícolas. Este tributo fue suprimido en la época republicana en 1856.
Los Jesuitas contaban con más de doscientas haciendas, entre ellas San José de Nazca, San Regis de Chincha, San Juan de Huaura, San Juan Bautista de Pisco. Entre los años 1756 y 1767, estas haciendas fueron sometidas a auditoria a solicitud de la Dirección General de Temporalidades, debido a que la Corona ordenó que las haciendas administradas por esta orden debían someterse a una investigación que argumentaba el incumplimiento por el pago de tributos. En 1767 la Corona decreta la expulsión de los jesuitas de España y de sus colonias.
En el siglo XIX después de las secuelas y problemas económicos que trajo consigo la guerra de la independencia, que duró casi cinco años, los valles de la costa del sur peruano empezaron a reponerse. Existen dato sobre las haciendas de Lunahuaná y Mamacona, que pudieron dar una gran cantidad de cultivos y un apreciable nivel de producción de vino y pisco, además de una excelente calidad.
Entre los años 1879 y 1883, la guerra con Chile ocasionó grandes caídas económicas y la industria vitivinícola estuvo a punto de perecer. Pero tras este periodo, esta actividad inició un proceso de recuperación. Seis años después los viñedos eran nuevamente abundantes en el Sur del Perú.
A comienzos del siglo XX la producción vitivinícola se empieza a concentrar en los valles del Sur peruano, pero la producción de Pisco muestra una considerable reducción. Uno de los factores que ocasionan la baja producción, principalmente en Ica, grandes extensiones que fueron ocupadas para al sembrío de la vid, fueron destinadas para el cultivo de algodón.
En 1942 Ica contaba con el 55% de la producción nacional de Pisco, seguía Lunahuaná con un 12% y Chincha con el 11%. Se señala también que en ese año, en Lima: Surco, Ate y Magdalena, eran consideradas zonas de importante elaboración de Pisco, así también como el Callao y el valle de Lunahuaná. En Ica se incluye a Chincha, la quebrada de Topará y los valles de Ica y Pisco. También son reconocidos los valles de Moquegua y Locumba.
En la actualidad se elabora Pisco en diferentes lugares del país, ya sean con procesos artesanales o industriales. Cabe resaltar que los lugares que son famosos por producir Pisco de gran calidad son: los valles de Lunahuaná, Chincha, Pisco, Ica, Vitor, Sihuas, Moquegua y Locumba.